Suele ser a partir del momento del diagnóstico que uno empieza a retroceder en el tiempo 4, 5 años atrás, y a hacer memoria de cómo tu padre -o tu madre- se ha ido haciendo mayor. Es evidente el deterioro físico progresivo, el cansancio, ciertos cambios de humor, la aparición de nuevos dolores… pero ni siquiera piensas que pueda estar sufriendo un proceso anormal hasta que ya se hace demasiado evidente. Incluso pasamos por alto que nos cuente varias veces la misma historia y se quede con la palabra en la boca. “Que ya chocheas” como forma cariñosa y restándole importancia al asunto.
Hasta el momento tanto tu madre como tus hermanos lo achacan a “que ya va teniendo una edad” y son normales esos despistes y que forman parte del proceso lógico de envejecimiento pero no es hasta los últimos dos años que vamos notando que algo no va bien y va más allá de la lógica: los cambios de humor se disparan, empieza a repetir constantemente las mismas historias y notamos que divaga al no encontrar la palabra adecuada, cambiando de tema drásticamente, como si estuviera enmascarando cada vez más algo que no va bien, y además siendo consciente de ello. Pasan los meses y a estos cambios se le suman otros más problemáticos que acaban encendiendo todas las alarmas, como pueden ser perderse caminando por la calle o incluso conduciendo su coche que se resiste a jubilar de por vida, así como una mayor dependencia hacia su esposo/a, hijos…
Desde ESTIMULAR subrayamos la importancia de saber identificar las señales de dicho proceso anormal al igual de importante es entender que no hay remedios milagrosos para revertirlo. Acudir a profesionales de la neurología, así como asociaciones de familiares de enfermos de alzheimer de tu comunidad, donde podrán apoyarte y acompañarte tanto en el momento del diagnóstico como en las diferentes fases de la enfermedad.